Un miedo real

Contrariamente a lo que cabía esperar, después de estos meses de pandemia en los que la vacuna parecía ser la solución al problema, el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) cifra en casi el 50% a los españoles no dispuestos a vacunarse cuando las primeras dosis se encuentren disponibles. Resulta chocante que, tras meses anhelando la vacuna y justo cuando la posibilidad se acerca, un gran porcentaje de personas tenga dudas.

Pero, ¿está justificado realmente este temor a la vacuna?. ¿Cuáles son los motivos del miedo?

Hay tres variables que modulan el nivel de tensión y miedo que podamos sentir ante lo que nos ocurre:

  1. La sensación de controlabilidad: ¿sentimos que tenemos control sobre lo que está pasando?
  2. Lo novedoso de la situación. ¿nos hemos enfrentado antes a situaciones parecidas?
  3. La previsibilidad de la misma. ¿Esperábamos que esta situación fuera a ocurrir? ¿estábamos preparados para ella porque intuíamos que pudiera ocurrir algo así?

Cuanto menor sea la sensación de control, mayor sea la carga de novedad y menor la sensación de previsión, más estrés y miedo sentiremos.

Miedo a la vacuna

En términos generales, la pandemia, ha creado una situación generalizada de incertidumbre en la sociedad a nivel global. Al tratarse de un virus nuevo, tanto los gobiernos como los científicos, investigadores y el personal médico, han ido cambiando y modificando los criterios al respecto de la enfermedad, las normas que nos exigían para hacerle frente, cambios que han afectado también a la evolución y tratamiento del virus. Esto ha contribuido a que en la población general se genere una mayor sensación de incontrolobilidad y falta de previsibilidad, aumentando por ello la sensación de inseguridad.

La aparición de la vacuna supone para todos, un nuevo cambio, que quizá sintamos que no podemos controlar, es novedoso y en cierto modo poco previsible en cuanto a resultados.

Con el paso de los meses, pareciera que nos hemos ido relajando a pesar de que el virus sigue cobrándose vidas. Las terrazas y los centros comerciales se llenan de gente y en muchos casos las medidas de prevención no se respetan. A estas alturas, los expertos hablan ya de fatiga pandémica para referirse a esta tendencia a la relajación en las normas de seguridad y protección frente al virus propiciadas por una situación de estrés sostenida en el tiempo y para la que no se vislumbraba un final cierto. El virus comenzaba a ser algo familiar en nuestra vida.

La vacuna vuelve a situarnos frente a una nueva realidad cuando ya comenzamos a aclimatarnos a vivir bajo la amenaza constante del virus.

La proliferación de noticias falsas, la mayoría alarmantes, añaden todavía si cabe, mas estrés a una situación que de por sí, resulta complicada para todos. Sin duda, el exceso de información que vivimos estos días contribuye a acrecentar todos estos temores.

Durante estos meses, los psicólogos hemos podido observar un incremento de consultas relacionadas con sentimientos de tristeza, soledad e incertidumbre hacia el futuro, generando en muchas personas estados emocionales depresivos o con sintomatología ansiosa de preocupación constante y miedo.

¿Cómo actuar frente a nuestros temores?

Para afrontar el miedo a la vacuna del coronavirus, en primer lugar, deberíamos evitar este tipo de sobreinformación sobre la vacuna, sus posibles efectos secundarios y sus reacciones adversas. Debemos aprender a descartar aquellas noticias o datos que no provengan o estén respaldados por una fuente de confianza, como muchos de los contenidos circulan por las redes sociales y que solo favorecen la sensación de alarma. Es recomendable seleccionar un medio de información fiable y recurrir a él de forma puntual para consultar los datos o conocer cuál es la evolución de la vacunación.

Se trata de valorar las opciones al respecto de la vacunación, basándonos en los pros y contras de forma objetiva, eligiendo racionalmente lo más conveniente para nosotros, sin dejarnos guiar por el alarmismo y procurando mantenernos informados acerca del proceso de forma adecuada.

Llegado el momento, si decidimos vacunarnos, debemos pensar que es normal hasta cierto punto, sentir algo de ansiedad pero que, debemos confiar en que, este tipo de medidas sanitarias cuentan con un respaldo científico y que la vacunación nos permitirá, poco a poco, no sólo regresar a la normalidad, sino también protegernos de la enfermedad y con el tiempo ir olvidando esta época de incertidumbres.

Lo principal es tratar de mantener la objetividad, aceptando que, al tratarse de una situación completamente nueva para todos, la incertidumbre puede generarnos cierta angustia y sumarse al cansancio de todos estos meses en los que la tónica general ha sido la falta de certeza, el miedo al contagio y la relación más o menos directa con la enfermedad y la muerte.

Y, por supuesto, si nos sentimos incapaces de lidiar con nuestros temores a pesar de todo esto, buscar ayuda profesional para tratar de encontrar las herramientas y recursos necesarios para poder manejarlo.

Sonia Pérez Sala