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¿Es lo mismo tristeza que depresión?

Es relativamente frecuente que digamos “sentirnos depres” en ciertos momentos de nuestra vida, sin embargo, estos sentimientos no suelen implicar un trastorno. Por lo general estos sentimientos son temporales, días en que nos encontramos tristes y con menos energía para afrontar nuestra vida, quizá por una causa determinada o por estar relacionadas con pensamientos o recuerdos de acontecimientos negativos. En general, estos sentimientos de tristeza esporádica no interfieren sustancialmente con el funcionamiento normal de las actividades cotidianas.

La tristeza es una emoción básica, es decir, provoca similares cambios fisiológicos y de expresión en los seres humanos. Es una emoción que todos sentimos ante cualquier tipo de pérdida o contratiempo importante.

La depresión es uno de los trastorno del estado de ánimo recogidos en el manual diagnostico de trastornos mentales DSM-V, siendo la tristeza uno de sus componentes, pero no el único.

Diagnóstico de la depresión

Según este manual, para el diagnostico de depresión, se deben cumplir los siguientes criterios:

Cinco o más de los siguientes síntomas deben estar presentes casi todos los días durante un período de al menos 2 semanas.

Al menos uno de esos síntomas debe ser:

  • Estado de ánimo triste la mayor parte del día y/o
  • Anhedonia o marcada disminución del interés o placer en casi todas las actividades

Observar al menos 4 de los siguientes síntomas:

  • Variaciones significativas en el peso o apetito.
  • Insomnio o hipersomnia
  • Agitación o enlentecimiento psicomotor observable.
  • Fatiga o disminución energía
  • Sentimientos inapropiados o excesivos de culpa o inutilidad (pueden ser delirantes)
  • Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones
  • Pensamiento recurrente de muerte o suicidio

¿Qué es el Trastorno depresivo persistente? ¿Qué diferencia existe con la depresión?

El trastorno depresivo persistente, también llamado distimia, es otro de los trastornos del estado de ánimo recogidos en el DSM-V. Es una forma de depresión continua y a largo plazo, con síntomas más atenuados que la depresión mayor, que es más intensa pero menos duradera en el tiempo. Pueden presentarse episodios de depresión mayor antes o durante el trastorno depresivo persistente, lo que se denomina depresión doble.

Por lo general, el trastorno depresivo persistente comienza en la niñez, la adolescencia o los primeros años de la adultez y tiende a cronificarse si no se trata.

Descripción general de la sintomatología depresiva

El sentimiento de tristeza, como indicamos más arriba, no es suficiente para diagnosticar depresión, ya que esta emoción está presente en múltiples trastornos mentales y en otras condiciones médicas.

Las manifestaciones clínicas que pueden aparecer en una depresión son muy variadas, pero en general las personas deprimidas presentan un tipo de sintomatología que podríamos incluir en cinco grandes grupos:

Síntomas anímicos

Generalmente la principal emoción es la tristeza, vivida como vital, “como si saliera de dentro”, pero este sentimiento puede verse sustituido por una sensación de irritabilidad y enfado casi constante. En depresiones severas, puede ocurrir que ni siquiera se comunique tristeza, sino una incapacidad para sentir, como una anestesia afectiva.

Síntomas motivacionales y conductuales

En la depresión se suele producir un estado general de inhibición, que suele manifestarse por las tres A: apatía o falta de ganas para realizar actividades, abulia, o falta de motivación y sentimientos de indiferencia, y anhedonia, o falta de capacidad de disfrute. Todo ello genera un estado general de inhibición, que, en los casos más graves, se manifiesta por un enlentecimiento generalizado que puede observarse en el habla, en los movimientos y en los gestos de la persona.

Síntomas cognitivos

Se puede producir una disminución importante en las capacidades cognitivas: sensación de falta de memoria, falta de concentración, sensación de enlentecimiento de la velocidad mental, etc.  Esta disminución es tan palpable en algunos casos, que cuando afecta a personas de edad, a veces se puede confundir con una incipiente demencia (pseudodemencia depresiva), por lo que su diagnóstico diferencial cobra especial importancia en estos casos.

Otros síntomas cognitivos son los frecuentes pensamientos de autodepreciación, culpa o muerte.

Síntomas físicos

Son frecuentes las alteraciones en el sueño, generalmente insomnio, aunque puede aparecer hipersomnia o aumento de la necesidad de dormir. Otra alteración frecuente es en el apetito y el peso, que puede ser por defecto o por exceso.

La fatiga, la disminución de la actividad y deseos sexuales, molestias corporales como dolores localizados en distintas partes del cuerpo, molestias cardiorespiratorias o que afectan al sistema digestivo.

Síntomas interpersonales

La dificultad para mantener la atención, la anhedonia, la anestesia afectiva y quizá muchos otros factores anteriormente mencionados, contribuyen a que el área de las relaciones interpersonales se descuide, viéndose severamente afectada en muchos casos. Los síntomas interpersonales cobran mucha importancia en algunos casos, ya que pueden ser un factor importante para el mantenimiento de la depresión, al encontrarse éste como predictor de un mal curso de la depresión.

¿Cómo es el tratamiento psicológico para la depresión?

En primer lugar, es importante conocer cuál es el contexto familiar y social con el que cuenta la persona, ya que su entorno es crucial en el apoyo de la persona y su mejoría. Es importante que su entorno cercano entienda que es el trastorno depresivo para poder facilitarle apoyo en aquello que necesita.

La terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal son las intervenciones psicológicas empíricamente validadas como eficaces para el tratamiento de la depresión. El trabajo psicoterapéutico para los trastornos del ámbito de la depresión bajo estos enfoques psicoterapéuticos, tiene un triple objetivo:

  1. Disminuir los síntomas observables que incapacitan a la persona para realizar actividades de su vida cotidiana, como por ejemplo el desinterés y/o falta de placer por realizar actividades que antes le gustaban. Poco a poco se realizará un estudio de actividades nuevas o abandonadas, que le gusten o sean necesarias para la persona, desde hábitos de cuidado personal hasta actividades de ocio y tiempo libre.
  2. Modificar patrones aprendidos de entender el mundo, a sí mismo y a los demás, para ir adquiriendo nuevas formas de pensar y comportarse más saludables que minoren el riesgo de padecer depresión.

Enseñar estrategias para la detección precoz de síntomas depresivos, con el objetivo de conseguir una prevención de recaídas.

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