Diferencias entre ira, hostilidad y agresión.
La ira es una emoción básica, presente en todos los mamíferos, por lo tanto, tiene una función adaptativa, permitiendo expresar enojo o enfado de intensidad variable ante situaciones en que nos sentimos atacados.
- Hostilidad hace referencia a una actitud persistente de valoración negativa sobre las demás personas que generalmente implica sentimientos de enfado o ira.
- Agresión se entiende como una conducta dirigida a la destrucción de objetos, al insulto o a la provocación de algún daño en personas o cosas.
La emoción de ira nos permite poner límites cuando sentimos que algo nos perjudica o interfiere en nuestros objetivos; sin embargo, en la sociedad actual, en general esta emoción a veces se considera negativa y que no debe expresarse. Saber expresar nuestra ira de manera adecuada, es decir bien gestionada de forma que nos ayude a exponer nuestras opiniones de forma asertiva, es posible.
Desde niños, aprendemos a expresar esta emoción de forma diferentes; hay familias donde esta emoción no está “permitida”, aprendiendo entonces a reprimirla cuando nos sentimos enfadados y quizá la canalizamos y transformamos en otra emoción o sentimiento más aceptada por nuestro entorno, como tristeza o ansiedad.
Otras familias, sin embargo, pueden aceptar y validar la expresión de esta emoción. En este caso su expresión está permitida, pero el cómo se exprese es algo que desde pequeños debemos aprender a gestionar. En algunos entornos, la ira quizá esté mejor aceptada que la expresión de tristeza o vulnerabilidad, transformándose entonces en una emoción más fácil de expresar que las dos últimas.
En algunos casos, esto está determinado por un componente genético o trastorno de personalidad, observando comportamientos irritables, agresivos y hostiles en niños de muy corta edad, sin acción del aprendizaje en este proceso.
Experiencia y expresión de Ira
La experiencia de ira se refiere, por un lado, a los procesos subjetivos, es decir a los pensamientos relacionados que aparecen ante la situación que provoca enfado, y por otro a las sensaciones fisiológicas los que acompañan.
La expresión de la ira se refiere a los aspectos observables en el comportamiento de una persona que muestra enfado, como por ejemplo la expresión facial, con cambios musculares y vasculares observables, el tono y el volumen de su voz, la postura, los movimientos y las acciones que realiza.
Estos componentes de la reacción emocional de ira pueden ser relativamente independientes. Aunque podría pensarse que en una reacción de ira un individuo experimentará sentimientos subjetivos, se activará fisiológicamente y mostrará su enfado con conductas verbales, no verbales y físicas, sin embargo, puede que alguno de estos tres tipos de manifestaciones no llegue a producirse, provocando diferentes estilos de afrontamiento ante situaciones que provocan esta emoción.
Estilos de afrontamiento de la Ira
En general podemos tender a manifestar este sentimiento de 3 formas diferentes, generando un estilo de afrontamiento prevalente, independientemente de la situación en que el sentimiento de ira aparezca:
Ira Interna
Es un estilo de afrontamiento de la ira en el que la persona puede experimentar un intenso sentimiento de irritación, furia y/o enojo, pero tiende a suprimir su expresión, inhibiendo esos sentimientos para no expresarlos verbal o físicamente. Por ejemplo, una persona puede tender a no expresar su ira externamente, aun sintiéndose enfadada y estar fisiológicamente activada.
En ocasiones es adaptado no mostrar externamente la ira, sin embargo, como estilo de afrontamiento reiterado, puede ser desadaptativo para la persona.
Ira Externa
En este estilo habitual de afrontamiento, la persona experimenta intensos sentimientos de enfado que manifiesta a través de conductas agresivas verbales o físicas dirigidas hacia otras personas o también hacia objetos del ambiente.
Gestión de Ira
Este estilo de afrontamiento consiste en que ante la experiencia intensa de sentimientos de enfado el individuo tiende a buscar y poner en marcha estrategias cuya finalidad es reducir la intensidad y duración de esos sentimientos, así como resolver el problema que los ha provocado.
¿Se puede entrenar el manejo de la ira?
Hay personas que no han aprendido a gestionar su ira, manifestándola de forma incontrolada en intensidad, duración y/o frecuencia, o por el contrario inhibiendo su expresión reiteradamente. Se puede aprender a reconocer cuando aparece esta emoción, de modo que se podrán manejar las situaciones en la cuales se presenta y la forma en cómo se expresa, adecuada a la situación en que te encuentres.
Lo más esencial es aprender a reconocer las primeras señales de ira, tanto fisiológicas como cognitivas. La ira es una de las emociones más potentes, con una elevada carga de activación fisiológica, que se puede sentir cuando comienza a aparecer. Aprender a reconocer en tu cuerpo cuando aparece esta emoción, es un primer paso útil para comenzar a gestionarla. ¿Qué notas primero?, ¿que se tensan tus mandíbulas?, ¿tus manos?, ¿que una oleada de calor aparece en tu rostro?, ¿aparece algún pensamiento que puedas identificar como señal de peligro que te alerte de una reacción de ira intensa?… sean cuales sean esos signos de tu cuerpo, es importante que comiences a aprender a identificarlos.
También es importante que identifiques los escenarios y/o estímulos que tienden a causarte la aparición de esta emoción.
Y por último, pero quizá más importante, ¿puedes identificar el para qué te sirve esta emoción? ¿Fue en algún momento de tu vida una forma de protegerte? ¿Cuándo se ha hecho rígida esta forma de relacionarte? ¿Qué consecuencias tiene en tu vida actual? ¿Qué cambiaria cuando aprendas a gestionarla?
Si tienes problemas con el manejo de tu enfado e ira no te des por vencido/a
En terapia aprenderás
- Técnicas de desactivación fisiológica que te permitan parar a tiempo las primeras sensaciones corporales de enfado.
- Usar estrategias de solución de problemas, identificando la situación o el estímulo que provoca la reacción de ira, para desarrollar alternativas y elegir otras opciones de comportamiento más adaptativas. Utilizar el TIEMPO FUERA si sientes que pierdes el control, aprendiendo a salir de la situación, con el objetivo de mantenerte un momento a solas para conseguir calmarte.
- Cambiar tus pensamientos, evaluando “en frio” su veracidad.
- Entrenarte en técnicas de comunicación:
- Evita gritar.
- Escucha a la otra persona.
- Modular tu tono de voz.
- No usar palabras que puedan herir al otro.
- Intenta tener una conversación que logre enfocarse en aclarar la situación y en buscar soluciones.
- Usar el sentido del humor
- Técnicas asertivas, desarrollando la capacidad para expresar tus emociones o hacer valer tus derechos respetando los derechos y sentimientos de los demás.